Torrealberos, Torrealberos,
si es verdad que sois tan criollos,
demostrádmelo escuchando
con la sonrisa en el rostro,
sin calentaros conmigo,
ni resentiros tampoco,
la reláfica que hoy traigo
Perdonadme Torrealberos,
si con esto desentono
en el coro de alabanzas
y de encendidos elogios
que por doquier que os escuchan
se levanta como el polvo;
pero yo, con vuestra venia,
yo sostengo que vosotros,
ni de criollos tenéis nada
ni vuestro canto es joropo.
Yo conozco a San Fernando,
yo he vivido en Calabozo,
yo de Unión para abajo
conozco el Guárico todo,
y os juro solemnemente
-y a Dios por testigo pongo-
que en ninguna parte he visto
llaneros como vosotros.
¿Dónde se han visto llaneros
con esa especie de poncho
que, vosotros, Torrealberos,
lleváis colgado en el hombro;
esa cobija rayada
con la cual, a golpe de ojo,
parecéis, más que cantantes,
que andáis vendiendo chinchorros?
Llanero si usa cobija,
más no la carga en el lomo:
la mete en su capotera
y el que la lleva es el potro¡
Además, ¿quién os ha dicho
que se usan entre nosotros
zapatos de lavar piso
para cantar joropo?
Tal vez con esos zapatos
os sintáis muy buenos mozos,
pero esa prenda en el llano
no la lleva ningún criollo
a menos que se trate de algún llanero topógrafo....
Y de ñapa, Torrealberos,
como si esto fuera poco,
¿quién dijo que son pasajes
eso que cantáis vosotros,
esos boleros valseados
que nunca cambian de tono,
y esas letras que parecen
conversaciones de loco,
con sus preciosas orquídeas,
sus esteros olorosos
y hasta un colibrí que canta
lo que ya resulta el colmo?
¡Eso es trampa, Torrealberos¡
¡Torrealberos, eso es forro¡
Vosotros tenéis del llano
lo que un llanero de tonto¡
Botad, pues, esos disfraces,
botad las botas y el poncho,
y ese colibrí que canta
botadlo con jaula y todo¡
POrque con esa tonadas,
porque con esos corotos,
no sólo estáis, Torrealberos,
falsificando lo criollo,
¡sino buscando que os llamen
"los llaneros del Petróleo"¡
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